06 agosto 2014

La llama doble

Octavio Paz
La llama doble (1993)
definición del amor
El amor es una apuesta, insensata, por la libertad. No la mía, la ajena.
una flor de frutos intangibles
la imagen de los círculos concéntricos (…) el sexo es la raíz, el erotismo es el tallo y el amor la flor. ¿Y el fruto? Los frutos del amor sin intangibles. Éste es uno de sus misterios.
la poesía es al lenguaje lo que el erotismo al sexo
La relación de la poesía con el lenguaje es semejante a la del erotismo con la sexualidad. También en el poema –cristalización verbal el lenguaje se desvía de su fin natural: la comunicación (…) en el poema, la linealidad se tuerce, vuelve sobre sus pasos, serpea: la línea recta cesa de ser el arquetipo a favor del círculo y la espiral (…) el poema no aspira ya a decir sino a ser. La poesía pone entre paréntesis la comunicación como el erotismo la reproducción.
amor y libertad femenina
[en la época alejandrina] En las grandes urbes apareció un nuevo tipo de hombre y mujer, más libre y dueño de sí. El ocaso de las democracias y la aparición de monarquías poderosas provocó un repliegue general hacia la vida privada. La libertad política cedió el sitio a la libertad interior. En esta evolución de las ideas y las costumbres fue decisiva la nueva situación de la mujer. Sabemos que por primera vez en la historia griega las mujeres comenzaron a desempeñar oficios y funciones fuera de su casa (…) la emergencia del amor es inseparable de la emergencia de la mujer. No hay amor sin libertad femenina.
orgasmo, del yo a su disolución
El acto en que culmina la experiencia erótica, el orgasmo, es indecible. Es una sensación que pasa de la extrema tensión al más completo abandono y de la concentración fija al olvido de sí; reunión de los opuestos, durante un segundo: la afirmación del yo y su disolución, la subida y la caída, el allá y el aquí, el tiempo y el no-tiempo.
la imposible república de los enamorados
El amor se presenta, casi siempre, como una ruptura o violación del orden social (…) Es una pasión que, al unir a los amantes, los separa de la sociedad. Una república de enamorados sería ingobernable; el ideal político de una sociedad civilizada –nunca realizado– sería una república de amigos.
¿amor eterno? ¡amor vivaz!
Más allá de felicidad o infelicidad, aunque sea las dos cosas, el amor es intensidad; no nos regala la eternidad sino la vivacidad, ese minuto en el que se entreabren las puertas del tiempo y del espacio: aquí es allá y ahora es siempre. En el amor todo es dos y todo tiende a ser uno.
religión y filosofía no sanan la herida…
El bálsamo que cicatriza la herida del tiempo se llama religión; el saber que nos lleva a convivir con nuestra herida se llama filosofía.
…pero sí el amor, “tierra incógnita y casa natal”
[el amor] Es la experiencia de la total extrañeza: estamos fuera de nosotros, lanzados hacia la persona amada; y es la experiencia del regreso al origen, a ese lugar que no esta en el espacio y que es nuestra patria original. La persona amada es, a un tiempo, tierra incógnita y casa natal, la desconocida y la reconocida (…) El amor suprime la escisión.
lucifer o el genio literario de san jerónimo
Los antiguos representaban al planeta Venus, al lucero del alba, en la figura de un joven portador de una antorcha: Lucifer (lux, lucis: luz + ferre: portar). Para traducir un pasaje del Evangelio en el que Jesús habla de Satán como de “una centella caída del cielo”, San Jerónimo usó la palabra que designaba la estrella de la mañana: Lucifer. Feliz deslizamiento del significado: llamar al ángel rebelde, el más bello del ejército celestial, con el nombre del heraldo que anuncia el comienzo del alba, fue un acto de imaginación poética y moral: la luz es inseparable de la sombra, el vuelo de la caída (…) Lucifer, ¿comienzo o caída, luz o sombra? Tal vez lo uno y lo otro. Los poetas percibieron esta ambigüedad y le sacaron el partido que sabemos. Lucifer fascinó a Milton pero también a los románticos, que lo convirtieron en el ángel de la rebeldía y en el portaantorcha de la libertad. Las mañanas son breves y más breves aún las que ilumina la luz zigzagueante de Lucifer.
el sexo ya no es una pasión sino un derecho
En Occidente se repitió el fenómeno de la primera postguerra: triunfó y se extendió una más libre moral erótica. Este período presenta dos características que no aparecen en la anterior: una, la participación activa y pública de las mujeres y de los homosexuales; otra, la tonalidad política de las demandas (…) ante ellas los comensales de El Banquete platónico se habrían restregado los ojos: el sexo ¿materia de debate político? (…) en nuestra época la política absorbe al erotismo y lo transforma: ya no es una pasión sino un derecho. Ganancia y pérdida: se conquista la legitimidad pero desaparece la otra dimensión, la pasional y espiritual.
la libertad, un agujero negro
Stephen Hawking ha llamado a los “agujeros negros” una singularidad física, es decir, una excepción o accidente. Así pues, hay lugares del espacio-tiempo donde cesan las leyes que rigen el universo. Si se somete esta idea a una crítica rigurosa, resulta impensable o inconsistente (…) Sin embargo, los agujeros negros existen. Pues del mismo modo: la libertad existe. A sabiendas de que enunciamos una paradoja, podemos decir que la libertad es una dimensión de la necesidad.
la modernidad suprime el espíritu… y la materia
En el siglo XVIII uno de los pilares, el espíritu, comenzó a desmoronarse. Paulatinamente abandonó, primero, al cielo, y, después, a la tierra; dejó de ser la primera causa, el principio originador de todo lo que existe; casi al mismo tiempo, se retiró del cuerpo y de las conciencias. El alma, el pneuma, como decían los griegos, es un soplo, y soplo al fin, se volvió en el aire. Psiquis volvió a su patria lejana, la mitología (…). El otro término, la antigua materia (…) también se ha ido desvaneciendo. Ya no es ni substancia ni nada que podamos oír, ver o tocar: es energía que, a su vez, es tiempo que se espacializa, espacio que se resuelve en duración. El alma se ha vuelto corpórea; la materia, insubstancial. Doble ruptura que nos ha encerrado dentro de una suerte de paréntesis: nada de lo que vemos parece ser de verdad y es invisible aquello que es de verdad. La realidad última no es una presencia sino una ecuación.
en defensa del alma
La idea del alma fue una defensa contra el homicidio de los Estados y las Inquisiciones. Se dirá: defensa débil, frágil, precaria. Aunque no lo niego, agrego: defensa, al fin. El primer argumento a favor de los indios americanos fue afirmar que eran criaturas con alma: ¿quién podría ahora repetir, con la misma autoridad, el argumento de los misioneros españoles? (…) En una época de cruzada, que justificaba a la conquista por la conversión forzada de los infieles, la noción de alma fue un escudo contra la codicia y la crueldad de los esclavistas. El alma fue el fundamento de la naturaleza sagrada de cada persona. Porque tenemos alma, tenemos albedrío: facultad para escoger (…)
                ni en los momentos más sombríos de su furor dogmático, los inquisidores olvidaron que sus víctimas eran personas: querían matar el cuerpo y salvar, si era posible, el alma. Comprendo que esta idea nos parezca horrible pero, ¿qué decir de los millones que, en los campos del Gulag, perdieron el alma antes de perder el cuerpo? (…) La deshumanización de las víctimas (…) Sus cortesanos llamaron a Stalin “ingeniero de almas” (…) el Estado totalitario fue, literalmente, el primer poder desalmado en la historia de los hombres.
el crimen de los revolucionarios: cercenar el sentimiento
El romanticismo no nos enseñó a pensar: nos enseñó a sentir. El crimen de los revolucionarios modernos ha sido cercenar del espíritu revolucionario el elemento afectivo. Y la gran miseria moral y espiritual de las democracias liberales es su insensibilidad afectiva. El dinero ha confiscado el erotismo porque, antes, las almas y los corazones se habían secado.
traducción hispánica del big-bang
la hipótesis del big-bang (o como la llama acertadamente Jorge Hernández Campos: gran-pum)…
la teoría de la civilización extraterrestre a punto de morir
[¿cuál es el origen de la vida?] el físico sueoo S.A. Arrhenius había ideado una ingeniosa hipótesis: nubes de esporas flotantes, venidas del espacio exterior, habían caído en la tierra cuando nuestro globo era (…) un “caldo de cultivo” (…) llamó a su hipótesis Panespermia (…) tenía un defecto: la inmensidad de las distancias y las inclemencias habrían destruido a las nubes de frágiles esporas (…). Unos de los más notables genetistas contemporáneos, Francis Crick (…) llegó a una conclusión lógicamente irreprochable; las bacterias tenían que haber llegado a la tierra en vehículos herméticamente cerrados e invulnerables a las lluvias de asteroides (…) esta decisión fue tomada cuando aquellos sabios descubrieron que su civilización y ellos mismos estaban condenados a la extinción. Entonces, en un acto de filantropía cósmica (…) idearon transportar los gérmenes vitales a otros planetas (…): Panespermia dirigida (…). Muerte que da vida. La figura de Cristo en la cruz es el arquetipo (…). Como tantos otros científicos, el biólogo inglés se prohíbe introducir un agente creador (Dios) para explicar el origen de la vida en la tierra (…) Estamos ante la traducción en términos de ciencia e historia de un misterio religioso.
el hombre, un dios inferior a sus inventos
La imaginación religiosa concibió a un Dios superior a sus criaturas; la imaginación técnica ha concebido a un Dios-ingeniero inferior a sus inventos.
la mente, una orquesta sin director
[Gerald M.] Edelman se sirve de una metáfora: la mente es una orquesta que ejecuta una obra sin director. Los músicos –las neuronas y los grupos de neuronas- están conectados y cada ejecutante responde a otro o lo interpela; así crean colectivamente una pieza musical. A diferencia de las orquestas de la vida real, la orquesta neurológica no toca una partitura ya escrita: improvisa sin cesar.
unamuno y el amor en la vejez
[el amor en la ancianidad] ¿podemos amar a un cuerpo envejecido o desfigurado por la enfermedad? (…) En esos casos, la atracción física cesa y el amor se transforma. En general se convierte no en piedad sino en compasión, en el sentido de compartir y participar en el sufrimiento del otro. Ya viejo, Unamuno decía: no siento nada cuando rozo las piernas de mi mujer pero me duelen las mías si a ella le duelen las suyas. (…) comphatía. Deberíamos reintroducirla en la lengua pues expresa con fuerza este sentimiento de amor transfigurado por la vejez o la enfermedad del ser amado.

Octavio Paz
La llama doble (1993)


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