19 octubre 2012

'Frankenweenie': perreando


LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LABUTACA
per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7

Tim Burton perrea: menea de nuevo el rabo pero sigue royendo el mismo hueso. Después de la infame ‘Alicia’ y la indigesta ‘Sombras tenebrosas’, el simpático homenaje animado a Frankenstein parecía anunciar una vuelta a las mejores esencias del director de Burbank, a su lenguaje más depurado, perverso y chalado. ¿Lo consigue? Guau, guau.

Enamorado confeso de los clásicos del terror, esta vez el padre de Bettlejuice ha metido el hocico en el mito de Mary Shelley, convirtiendo la famosa Criatura de laboratorio en una mascota peluda y saltarina. El perro Sparky, alumbrado en blanco y negro e impulsado con técnica del stop-motion, rezuma glamour retro por los cuatro costados: uno de los encantos de la película, ciertamente, es que parece de otra época.

Tributo a Frankenstein, a la Universal, al cartoon y al cine mudo. Nada que objetar a los muchos y muy honorables padrinos de esta fábula animal, nada disneyana en su sentido más algodonero. Reviviscencias, también, de la década de los 80, cuando se pergeñó el cortometraje original en el que se basa la historia: esa pandilla de niños temerarios nos recuerda a Los Goonies, y el festival de bichos invasores evoca el entrañable jolgorio de los Gremlins.

Esa monstruo-génesis gamberra de la película, sobre todo en su tramo final (peces fantasma, tortugas-Godzilla, gatos-murciélago) quizá es lo más grato y lúdico de la historia, una vez que el simpático Sparky ha agotado sus previsibles andanzas de muerto viviente -flirteo eléctrico incluído con la perra de enfrente. Con la ayuda de un profesor de ciencias maravillosamente excéntrico, Tim Burton acaso ha hecho su mejor película en años. Imperfecta, intermitente y mal acabada, como esas defecaciones reveladoras que va depositando el relamido gato blanco de la película. Un excremento exquisito, dirán algunos. Otra cagadita de su genio estreñido, decimos nosotros.

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