02 abril 2011

'Los cronocrímenes' (2007): las virtudes del cine sin viagra

 
LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA
por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 8
Los sexólogos más benevolentes aseguran que el tamaño no importa, y la afirmación se puede extrapolar sin problemas al cine español reciente: frente a los macroespectáculos freakies ('Torrente') clasicistas ('Ágora') o histórico-circenses ('Balada triste de trompeta'), los mayores deleites nos los han proporcionado producciones de género mucho más pequeñas y de aparente menor presupuesto, como la soberbia 'Celda 211' de Daniel Monzón o la no menos magnífica 'Los cronocrímenes' de Nacho Vigalondo.

A pesar de su título cacofónico y poco comercial -aunque plenamente acertado- esta película sin viagra, de modestísimos planteamientos, consigue dar una cáustica y subversiva vuelta de tuerca al género de los viajes en el tiempo, esta vez en clave de thriller criminal. Lo logra con solo cuatro actores y prácticamente un único escenario, de tintes hitchcockianos: un bosque, una casa y una extraño recinto con maquinarias y caminos iluminados que parece un homenaje entrañable al cómic y a la ciencia-ficción de toda la vida.

Poco se puede contar sobre un guión que es el auténtico reclamo y tesoro escondido de esta pequeña cinta, donde a Karra Elejalde (Héctor) le toca el papel de hombre corriente atrapado en surrealistas circunstancias, merced a sus tentaciones voyeurs con unos prismáticos -otro guiño de pleitesía al maestro Hitchcock-, mientras se diría que el propio Vigalondo (vigilante) se interpreta a sí mismo como corruptor accidental del órden cósmico, con una cara de pardillo que da el reverso prosaico a la efigie de Cristopher Lloyd en 'Regreso al futuro'. 

Sin tomarse a sí misma demasiado en serio, más bien como una gozosa y sutilísima parodia, el mecanismo de relojería de 'Los cronocrímenes' logra encajar todas y cada una de las piezas, y para quien quiera hacer lecturas, ofrece con su ácida negrura la versión más literal de aquello que "el hombre es un lobo para el hombre" (vale, admito que empezar con sexología y acabar con Hobbes quizá es un cronocrimen). 
 

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