27 diciembre 2008

¿La Ilustración es atea?


CLAUDIO MARTELLI

“Al igual que la Reforma protestante, la ilustración se remite al cristiano individual”

Se habla habitualmente de laicos y de católicos, de creyentes y de no creyentes, como si se tratara de entidades siempre separadas y opuestas, como de naciones o etnias culturalmente dispares y, cada una respecto a la otra, ajena, extranjera e intolerante.

(…) Cuando, por la parte laica, se presentan las propias credenciales y se alude a los propios orígenes, por lo general se hace referencia a la ilustración. Pero la ilustración no es algo extraño respecto al cristianismo (…). Al igual que la Reforma protestante, la ilustración se remite al cristiano individual contra la Iglesia católica y las sectas reformadas. A diferencia de la Reforma, no predica un cristianismo puro contra otro impuro, sino un cristianismo universal fundado en el sentido común.

La Ilustración —Reforma aplazada— acelera y disloca la racionalización del cristianismo, laiciza y seculariza el mensaje cristiano, pero sólo hasta el límite del teísmo. El blanco de los ilustrados es la ignorancia, porque la ignorancia, especialmente en el poder, es una fábrica de problemas, una amenaza permanente para la humanidad (..).

La ilustración no es una ruptura con el ethos cristiano: es una tentativa de purificarlo del absurdo y del fanatismo (…). La Ilustración de Bayle y Voltaire, de Rousseau y Kant, de Newton y Laplace es, aunque de modo crítico y desencantado, cristiana; heterodoxa, ecuménica, tolerante, pero cristiana; y si bien no todos son creyentes en un Dios personal, prevalece un convencido y declarado teísmo. La conciencia laica y sus declinaciones —el respeto a los demás, la inviolabilidad de los derechos de la persona, la libertad de la ciencia, la sufrida aceptación del pluralismo religioso y político, de la democracia política y del mercado económico—, todo ello nace dentro y no fuera del cristianismo, dentro y no fuera de la historia del Dios de Occidente.

Las tribulaciones de Galileo no eran falsas: ello nos hace suponer que Galileo, además de pensar seriamente, también creía seriamente. Y como Galileo, ¿cuántos más?; y nosotros, los que afirmamos no creer, ¿es que no creemos a nuestra vez en algo? (…).

“El ethos cristiano ha sido interpretado como ratio y como absurdum, como mística y como lógica, como libertad y como prisión...”

Pensar en discutir con el cristianismo como si fuera una compacta y coherente ideología, o peor, argumentar en un juicio como si se tratara de enfrentarse con un despacho legal asociado es una estupidez. Reducir a fábula, a prejuicio, a superstición, a puro poder el más grande, el más duradero, el más subyugante de los humanismos forjados por el hombre es grotesco furor.

El mito cristiano se extiende desde el extremo de un teísmo personalista y de una fe tan laicizada que pretende medirse sólo con sus propias obras, hasta las antípodas de la santidad radical y del torvo poder temporal. Su ethos profundo, incoercible, ha sido interpretado como ratio y como absurdum, como mística y como lógica, como libertad y como prisión, como sentido de la vida y como sentido de la muerte, pero, en definitiva, el ethos cristiano es amor.

Los ilustrados impugnan el cristianismo degenerado, que es causa del ateísmo: “no solamente el de la Roma o el París papistas, sino también el de la Ginebra intolerante de Calvino”

(…) Es este cristianismo esencial, este cristianismo como amor, este cristianismo del sentido común, el nuevo mito racional elaborado por los philosophes, impugnado por los ilustrados contra el cristianismo como poder, como superstición, como alquimia sofística, idólatra y violenta blandida de modo horrendo contra otros cristianos reos de no pensar del mismo modo acerca del Papa o sobre la Virgen, acerca de los santos y sobre la confesión. Ese cristianismo degenerado —no solamente el de la Roma o el París papistas, sino también el de la Ginebra intolerante de Calvino— es también la causa del ateísmo.

Para Voltaire son «las inconcebibles estupideces» del cristianismo escolástico pseudocientífico, clerical y temporal, sus privilegios, sus abusos y sus fraudes los que sacuden no sólo nuestra honestidad intelectual, sino también nuestra fe cristiana (…).

¿Y qué decir del otro padre fundador y campeón infatigable del laicismo?, ¿qué decir de Kant, que predicaba y predecía la paz perpetua y el gobierno universal, y que veía en el hombre hasta tres mentes, una especulativa, una práctica y una estética? (…)

La grandeza de Kant, a nivel ético, reside precisamente en esta laicización híbrida, en este heroísmo de la conciliación racional con la esencia del cristianismo. Un cristianismo redefinido como esperanza de futuro y beatitud que se desarrolla a través del perfeccionamiento infinito del espíritu humano, el cual tiene en la existencia de Dios como supremo bien su garante.

En Voltaire menos, en Kant algo más, el laicismo muestra la huella de la ilustración cristiana que absorbe fatigosamente la escisión latente en el hombre occidental. No ocurre lo mismo en el laicismo de Marx, de Nietzsche o de Freud, antes y después de las grandes revoluciones de la ciencia, la economía y los pueblos. Con ellos, y no sólo con ellos, el laicismo sale de la dimensión de la ilustración cristiana (…).


CLAUDIO MARTELLI "El credo laico del humanismo cristiano", en 'En qué creen los que no creen' (1995)

25 diciembre 2008

'El intercambio': del suspense al bostezo

¿y tú qué opinas? ¿qué películas te han gustado últimamente?

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por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 6

Lo mejor. Correctísimo este melodrama criminal donde una mujer se enfrenta a la policía de Los Angeles para encontrar a su hijo. Nada que reprochar a la profesionalidad de los actores -ahí está Jeffrey Donovan, magnífico policía chulesco- y nada que objetar tampoco a la solidez del guión, que en la primera parte nos conduce a una sugestiva intriga donde todo está por descubrir.

Lo peor. Sin embargo 'El intercambio' pronto enseña sus cartas en lo que a la trama se refiere, de modo que, en la segunda parte, con cara de palo, asistimos a un mero regodeo dramático-reivindicativo sobre la justicia y el abuso del poder.

Hubiéramos agradecido algún cartucho final, o al menos revolvernos en la butaca para que Eastwood, Jolie, Malkovich y compañía no hubieran puesto en vano toda la carne al asador.


21 diciembre 2008

Nuestro Señor Don Quijote








MIGUEL DE UNAMUNO

Don Quijote, "un hombre vivo y eterno, vale por todas las teorías y por todas las filosofías"

Donde acaso hemos de ir a buscar el héroe de nuestro pensamiento, no es a ningún filósofo que viviera en carne y hueso, sino a un ente de ficción y de acción, más real que los filósofos todos; es a Don Quijote.

Porque hay un quijotismo filosófico, sin duda, pero también una filosofía quijotesca. ¿Es acaso otra, en el fondo, la de los conquistadores, la de los contrarreformadores, la de Loyola, y, sobre todo, ya en el orden del pensamiento abstracto, pero sentido, la de nuestros místicos? ¿Qué era la mística de san Juan de la Cruz sino una caballería andante del sentimiento a lo divino? (...)

Pues abrigo cada vez más la convicción de que nuestra filosofía, la filosofía española, está líquida y difusa en nuestra literatura, en nuestra vida, en nuestra acción, en nuestra mística, sobre todo, y no en sistemas filosóficos. Es concreta. ¿Y es que acaso no hay en Goethe, verbigracia, tanta o más filosofía que en Hegel? Las coplas de Jorge Manrique, el Romancero, el Quijote, La vida es sueño, la Subida al Monte Carmelo, implican una intuición del mundo y un concepto de la vida Weltanschaung und Labensansicht (...).

¿Y qué ha dejado Don Quijote?, diréis. Y yo os diré que se ha dejado a sí mismo, y que un hombre, un hombre vivo y eterno, vale por todas las teorías y por todas las filosofías. Otros pueblos nos han dejado sobre todo instituciones, libros; nosotros hemos dejado almas. Santa Teresa vale por cualquier instituto, por cualquier Crítica de la razón pura.

"No es pesimista Don Quijote, porque como no entiende qué sea eso de la joie de vivre, no entiende de su contrario"

Y Don Quijote no se rinde, porque no es pesimista, y Pelea. No es pesimista porque el pesimismo es hijo de la vanidad, es cosa de moda, puro snobismo, y Don Quijote ni es vano ni vanidoso, ni moderno de ninguna modernidad -menos modernista-, y no entiende qué es eso de snob mientras no se lo digan en cristiano viejo español. No es pesimista Don Quijote, porque como no entiende qué sea eso de la joie de vivre, no entiende de su contrario. Ni entiende de tonterías futuristas tampoco. A pesar de Clavileño, no ha llegado al aeroplano, que parece querer alejar del cielo a no pocos atolondrados.

Don Quijote no ha llegado a la edad del tedio de la vida, que suele traducirse en esa tan característica topofobia de no pocos espíritus modernos, que se pasan la vida corriendo a todo correr de un lado para otro, y no por amor a aquel adonde van, sino por odio a aquel otro de donde vienen, huyendo de todos. Lo que es una de las formas de la desesperación (...).


MIGUEL DE UNAMUNO, ‘DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA’ (1913)

fotos: Cristo de Velázquez y Quijote de Honoré Daumier


20 diciembre 2008

'Pesadilla antes de Navidad': pesadilla para gozar

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por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 8

Noche de Halloween. Un esqueleto romántico, hastiado por los tradicionales carruseles, se retira a su cementerio y, bajo la luz de la luna, empieza a cantar. El esqueleto de la triste figura sube a un montículo y he aquí que el suelo se va desenroscando biológicamente bajo sus pies.

Toda la ingenuidad narrativa de este clásico de 1993 se salva por la fabulosa imaginación visual con la que Tim Burton y los suyos irrigaron el conservador gremio de la animación.

El mundo gótico de Jack Skeleton -ese Quijote con forma de Giacometti-, el grotesco alcalde bifronte, la tímida muchacha que se descose a sí misma para poder huir y, en la memoria, el monte enroscado frente a la luna donde Jack luce su silueta de alambre...

Cada criatura, cada centímetro cúbico de este film es una gozada para los ojos y hace revivir nuestra aterrada fascinación infantil por las brujas y el hombre del saco.

En plena invasión de los muñecos en 3D, -incluso el propio Jack se ha dado un baño- resulta entrañable ver a Skeleton y compañía, henchidos de detalles y texturas, moverse con el discreto encanto stop motion del cine mudo y los títeres.

Sin duda, 15 años después, la pesadilla no sabe a pan descongelado, sino a crêpe recién hecha.


19 diciembre 2008

El Gernika por dentro


Una artista de Nueva York, Lena Gieseke, quien domina las más modernas técnicas de infografía digital, ha decidido proponer una versión 3D de la célebre obra 'El Gernika' de Picasso y colocarla en internet, en forma de video.


Musica: Nana de Manuel de Falla


http://www.lena-gieseke.com/guernica/movie.html

¿Problemas de insomnio?: 'My blueberry nights'


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por JOAN PAU INAREJOS

Nota: ?

Lo peor. No recuerdo cuándo fue la última vez -ni siquiera si hubo última vez-, pero lo confieso: he abandonado la sala a los 45 minutos de esta película. Así que las siguientes líneas serán necesariamente sesgadas.

Mucha poesía posmoderna, mucha melancolía de neones y mucha soledad americana. Bravo, Wong Kar-Wai. Pero, ¡qué plastón ha filmado usted!

Seré de la generación PlayStation, un espectador con déficit de atención o lo que usted quiera, pero, a partir de los bellos créditos, su largo(nunca mejor dicho)metraje se me hecho infumable y desesperantemente lento.

Por lo demás, luce el invento esos aires ¿vanguardistas? de elegante desencanto narrativo que lo acaban emparentando más con el último anuncio de Häagen Dazs que con la experimentación.

Lo mejor. Tras este desahogo, seamos indulgentes con el honkonés, que, pese a todo, nos regala valientes primeros planos matéricos, como esa tarta cósmica que palpita en ríos de helado...

Seguro que Natalie Portman y Chan Marshall estaban estupendas, pero si acaso ya las veremos en DVD pirata.


Quiero ser cuerpo

No ser un alma errante, sino reconstituirse en el cuerpo: es lo que ambiciona aquí Unamuno, siempre fascinado por el católico y misterioso dogma de la resurrección de la carne. Los griegos, preñados de sentido común, jamás concibieron un cuerpo eterno, y de ahí que apenas esbozasen las fláccidas almas desnortadas del Tártaro, quizá el origen iconográfico de los fantasmas.

MIGUEL DE UNAMUNO

Lo que en rigor anhelamos para después de la muerte es seguir viviendo esta vida, esta misma vida mortal, pero sin sus males, sin el tedio y sin la muerte. Es lo que expresó Séneca, el español, en su Consolación a Marcia (XXVI); es lo que quería, volver a vivir esta vida: ista moliri. Y es lo que pedía Job (XIX, 25-27), ver a Dios en carne, no en espíritu. ¿Y qué otra cosa significa aquella cómica ocurrencia de la vuelta eterna que brotó de las trágicas entrañas del pobre Nietzsche, hambriento de inmortalidad correcta y temporal?

(...) El que duerme, vive, pero no tiene conciencia de sí; ¿y apetecerá nadie su sueño así eterno? Cuando Circe recomienda a Ulises que baje a la mo rada de los muertos, a consultar al adivino Tiresias, dícele que este es allí, entre las sombras de los muertos, el único que tiene sentido, pues los demás se agitan como sombras (Odisea, X, 487-495). Y es que los otros, aparte de Tiresias, ¿vencieron a la muerte? ¿Es vencerla acaso errar así como sombras sin sentido?


MIGUEL DE UNAMUNO, ‘DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA’ (1913)

Desolada inmortal


Calipso, abandonada por Ulises, quedó desolada en su inmortalidad. La triste y bella imagen de la diosa demuestra cuán gravosa puede llegar a ser en la mente humana la idea de vivir para siempre. Nos dirá Manrique que "los ríos van a dar a la mar", pero se pregunta Unamuno si elegiría el arroyo volver atrás antes que ser absorbido por el gran mar salino...


MIGUEL DE UNAMUNO

Y aun imaginada una inmortalidad personal, ¿no cabe que la sintamos como algo tan terrible como su negación? «Calipso no podía consolarse de la marcha de Ulises; en su dolor, hallábase desolada de ser inmortal», nos dice el dulce Fenelón, el místico, al comienzo de su Telémaco. ¿No llegó a ser la condena de los antiguos dioses, como la de los demonios, el que no les era dado suicidarse?

...

¿No es un gozo sentirse absorbido como el río? Sin embargo el alma no anhela quietud, sino eterno acercarse sin llegar nunca

Y henos aquí en lo más alto de la tragedia, en su nudo, en la perspectiva de este supremo sacrificio religioso: el de la propia conciencia individual en aras de la conciencia humana perfecta, de la Conciencia Divina.

Pero ¿hay tal tragedia? (...) El arroyico que entra en el mar y siente en la dulzura de sus aguas el amargor de la sal oceánica, ¿retrocedería hacia su fuente?, ¿querría volver a la nube que nació de mar?, ¿no es un gozo sentirse absorbido? Y, sin embargo...

Sí, a pesar de todo, la tragedia culmina aquí. Y el alma, mi alma al menos, anhela otra cosa, no absorción, no quietud, no paz, no apagamiento, sino eterno acercarse sin llegar nunca, inacabable anhelo, eterna esperanza que eternamente se renueva sin acabarse del todo nunca.

MIGUEL DE UNAMUNO, ‘DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA’ (1913)

¿Es que no existo?


MIGUEL DE UNAMUNO

"¿No has sentido nunca el horrendo espanto de sentirte sin lágrimas y sin dolor?"

Y hay algo más congojoso que el sufrir.

Esperaba aquel hombre, al recibir el temido golpe, haber de sufrir tan reciamente como hasta sucumbir al sufrimiento, y el golpe le vino encima y apenas si sintió dolor; pero luego, vuelto en sí, al sentirse insensible, se sobrecogió de espanto, de un trágico espanto, del más espantoso, y gritó ahogándose en angustia: «¡Es que no existo!»

¿Qué te aterraría más: sentir un dolor que te privase de sentido al atravesarte las entrañas con un hierro candente, o ver que te las atravesaban así, sin sentir dolor alguno? ¿No has sentido nunca el espanto, el horrendo espanto, de sentirte sin lágrimas y sin dolor? el dolor nos dice que existimos, el dolor nos dice que existen aquellos que amamos.


MIGUEL DE UNAMUNO, ‘DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA’ (1913)

18 diciembre 2008

El cielo estrellado


MIGUEL DE UNAMUNO

Ahí está una masa informe; parece una especie de animal, no se le distinguen miembros; sólo veo dos ojos, y ojos que me miran con mirada humana, de semejante, mirada que me pide compasión, y oigo que respira. Y concluyo que en aquella masa informe hay una conciencia. Y así, y no de otro modo, mira al creyente el cielo estrellado, con mirada sobrehumana, divina, que le pide suprema compasión y amor supremo y oye en la noche serena la respiración de Dios que le toca el cogollo del corazón, y se revela a él. Es el Universo que vive, ama y pide amor.


MIGUEL DE UNAMUNO, ‘DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA’ (1913)

Grecia, del mito a la amargura

Primero los griegos creían en las ninfas y los sátiros, pero vino Platón a descubrirles la muerte y el ansia de pervivir. La alegre Hélade naciente, de la mitología soleada, desemboca en el amargo estuario de los filósofos y las barbas blancas.

Así pues, los helenos terminan su civilización preguntándose qué será de su alma. Pero incluso en Israel es éste un anhelo tardío: los hebreos empiezan creyendo en un Yahvé guerrero, en liza con los ídolos, y poco a poco se transforma en un Dios más íntimo "y más universal por lo tanto", garante de mi eternidad. Escuchemos a Unamuno.


MIGUEL DE UNAMUNO


"El dios judaico, revelado entre el fragor del Sinaí", "se hizo más íntimo e individual, y más universal por lo tanto"


Ese Yavé, el dios judaico, empezó siendo un dios entre otros muchos, el dios del pueblo de Israel, revelado entre el fragor de la tormenta en el monte Sinaí. Pero era tan celoso, que exigía se le rindiese culto a él solo, y fue por el monocultismo como los judíos llegaron al monoteísmo. Era adorado como fuerza viva, no como entidad metafísica, y era el dios de las batallas.


Pero este dios, de origen social y guerrero, sobre cuya génesis hemos de volver, se hizo más íntimo y personal en los profetas, y al hacerse más íntimo y personal, más individual y más universal, por lo tanto. Es Yavé, que ama a Israel no por ser hijo suyo, sino que le toma por hijo porque le ama (Oseas XI, 1). Y la fe en el Dios personal, en el Padre de los hombres, lleva consigo la fe en la eternización del hombre individual, ya que en el fariseísmo alborea, aun antes de Cristo.


Pfleiderer: "Ningún pueblo vino a la tierra tan sereno y soleado como el griego... pero ningún pueblo cambió tan por completo"


La cultura helénica, por su parte, acabó descubriendo la muerte, y descubrir la muerte es descubrir el hambre de inmortalidad. No aparece este anhelo en los poemas homéricos que no son algo inicial, sino final: no el arranque, sino el término de una civilización. Ellos marcan el paso de la vieja religión de la Naturaleza, la de Zeus, a la religión más espiritual de Apolo, la de la redención (...).


Recordad el Fedón platónico y las elucubraciones neoplatónicas. Allí se ve ya el ansia de inmortalidad personal, ansia que, no satisfecha del todo por la razón, produjo el pesimismo helénico.


El ansia insatisfecha de inmortalidad produce el pesimismo helénico y las especulaciones del neopitagorismo y el neoplatonismo


Porque como hace muy bien notar Pfleiderer (Religionsphilosophie auf geschichtlicher Grundlage, 3, Berlín, 1896), «ningún pueblo vino a la tierra tan sereno y soleado como el griego en los días juveniles de su existencia histórica..., pero ningún pueblo cambió tan por completo su noción del valor de la vida. La grecidad que acaba en las especulaciones religiosas del neopitagorismo y el neoplatonismo, consideraba a este mundo, que tan alegre y luminoso se le apareció en un tiempo, cual morada de tinieblas y de errores, y la existencia terrena como un período de prueba que nunca se pasaba demasiado deprisa». El nirvana es una noción helénica.


Así, cada uno por su lado, judíos y griegos, llegaron al verdadero descubrimiento de la muerte, que es el que hace entrar a los pueblos, como a los hombres, en la pubertad espiritual, la del sentimiento trágico de la vida,que es cuando engendra la humanidad al Dios vivo.


MIGUEL DE UNAMUNO, ‘DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA’ (1913)


08 diciembre 2008

'La ola': noble videoclip


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por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 7,5

Lo mejor. Entre tan empalagosos materiales navideños, celebremos esta inspirada película alemana que fabula sobre el regreso del nazismo entre la generación Ipod.

Dennis Gansel acierta al dibujar unos jóvenes que pasan del rollo del Tercer Reich pero que acaban actualizando el fascismo por la vía del hastío personal y el vacío de ideales: el turco ansioso por integrarse, el deportista de familia desestructurada, todos desean converger en esta Ola que sacia sus oscuras aspiraciones de orden e integridad.

Sugestivo el toque de alerta sobre una sociedad de consumidores donde las nuevas esvásticas se venden como objetos de márqueting y se propagan sin más objetivo que su notoriedad: la marca, a la vez banal y perversa, como ese saludo militar convertido en pase musical de la MTV.

La película avanza con ritmo discotequero y se beneficia de dos portentos interpretativos: Jürgen Vogel -el profesor progresista desbordado por sus propios experimentos pedagógicos- y sobre todo Frederick Lau, el atormentado alumno que abraza la fe ultra y que borda su destino de killer de instituto con impresionantes caras desencajadas.

'La ola' merece ser vista en buena medida gracias a su rotundo desenlace, verdadero making off de una tragedia adolescente donde descubrimos la terrible querencia del ser humano por creerse sus propias ficciones.

Lo peor. Sin embargo, la estética videoclipera de la película diluye su fuerza dramática y nos priva de la necesaria distancia frente a aquello que pretende denunciar. Visualmente, 'La ola' se acaba convirtiendo en algo inocuo y atractivo: un logo más para lucir en nuestras camisetas.

Pese a todo, desde aquí firmamos para que la pasen en todos los institutos.


'Bolt': no es Pixar todo lo que reluce


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por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 4

Disney ha pinchado con esta fábula animal, emprendida en solitario, que recalienta ingredientes ya muy sobados.

Lo mejor. Podemos salvar dos pequeñas perlas cómicas: las palomas dobladas en argentino, desternillantes con sus conversaciones repetitivas, y el hámster Rhino, friki televisivo que amenaza a los villanos desde su empañada bola de cristal.

Lo peor. Por lo demás, el perro Bolt, directo al estrellato de las jugueterías, viene raudo y veloz a casar la fábula animal disneyana de toda la vida con los relatos sobre la ficción dentro de la ficción, al estilo de 'El show de Truman'. Noble propósito, pero sin atisbo de originalidad ni arrojo alguno -¡ay, Wall-E!-, todo para el puro taquillazo de sieteañeros.

Y es que se nota la ausencia de los genios de Pixar: aquí, bajo una engañosa estética pop a 'Los increíbles' se esconde el enésimo cuento con final lacri-zoógeno, donde uno acaba escupiendo pelo y lo peor: bostezando como un perro.


03 diciembre 2008

Llorar


MIGUEL DE UNAMUNO

"Un pedante le preguntó a Solón: '¿para qué lloras así, si de nada sirve?' y le respondió: 'por eso precisamente, porque no sirve'

(...) puede uno tener un gran talento, lo que llamamos un gran talento, y ser un estúpido del sentimiento y hasta un imbécil moral. Se han dado casos.

Estos estúpidos afectivos con talento suelen decir que no sirve querer zahondar en lo inconocible ni dar coces contra el aguijón. Es como si se le dijera a uno a quien le han tenido que amputar una pierna que de nada le sirve pensar en ello. Y a todos nos falta algo; sólo que unos lo sienten y otros no. O hacen como que no lo sienten, y entonces son unos hipócritas.

Un pedante que vio a Solón llorar la muerte de un hijo, le dijo: "¿Para qué lloras así, si eso de nada sirve?" Y el sabio le respondió: "Por eso precisamente, porque no sirve". Claro está que el llorar sirve de algo, aunque no sea más que de desahogo; pero bien se ve el profundo sentido de la respuesta de Solón al impertinente.

"Un Miserere, cantado en común vale tanto como una filosofía; no basta curar la peste, hay que saber llorarla"

Y estoy convencido de que resolveríamos muchas cosas si, saliendo todos a la calle, y poniendo a luz nuestras penas, que acaso resultasen una sola pena común, nos pusiéramos en común a llorarlas y a dar gritos al cielo y a llamar a Dios. Aunque no nos oyese, que sí nos oiría.

Lo más santo de un templo es que es el lugar a que se va a llorar en común. Un Miserere, cantado en común por una muchedumbre azotada del Destino, vale tanto como una filosofía. No basta curar la peste, hay que saber llorarla. ¡Sí, hay que saber llorar! Y acaso ésta es la sabiduría suprema. ¿Para qué? Preguntádselo a Solón.


MIGUEL DE UNAMUNO, ‘DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA’ (1913)

Por qué morir


Ese pensamiento de que me tengo que morir y el enigma de lo que habrá después, es el latir mismo de mi conciencia. Contemplando el sereno campo verde o contemplando unos ojos claros, a que se asome un alma hermana de la mía, se me hinche la conciencia, siento la diástole del alma y me empapo de vida ambiente, y creo en mi porvenir; pero al punto la voz del misterio me susurra ¡dejarás de ser!, me roza con el ala el Ángel de la muerte, y la sístole del alma me inunda las entrañas espirituales en sangre de divinidad.


MIGUEL DE UNAMUNO, ‘DEL SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA’ (1913)


Per'xò estic tan gelós dels ulls, i el rostre,

i el cos que m'heu donat, Senyor, i el cor
que s'hi mou sempre ... i temo tant la mort!

JOAN MARAGALL, 'CANT ESPIRITUAL'


24 noviembre 2008

'Appaloosa' o el western de Playmobil


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por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 4

Lo peor. Qué pena ver a Ed Harris y a Vigo Mortensen hablando de líos de faldas como quinceañeros balbucientes mientras en sus ratos libres se dedican a pegar tiros a babosos malfactores. A eso se reduce este presunto western donde también tenemos el ¿privilegio? de ver al gran Jeremy Irons convertido en un villano de tres al cuarto, que parece haber perdido el guión en alguna alcantarilla.

Insoportablemente estomagantes resultan las carantoñas de Renée Zellweger, haciendo de payasa de la función más que de dama codiciada.

Lo pésimo. La película es obvia e infantiloide, no guarda ningún as en la manga, se prolonga somníferamente, y cuando el guión parecía ya moribundo, aparece Mortensen y lo remata con un final extemporáneo más parecido a un eructo que a un desenlace.

El cowboy parece dirigirse al atolondrado espectador cuando profiere "¡no te metas!": léase, no intentes entender nada, esta película es demasiado pequeña para los dos, forastero.

En cuanto a Harris, mejor que se emplee en rodar un Pollock 2.0, o un biopic de Miquel Barceló, porque para hacer estos westerns sonrojantes ya está Playmobil.


22 noviembre 2008

'Saw V': Gran Hermano + matadero


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por JOAN PAU INAREJOS

Nota: 5

Lo mejor. Con buenas dosis de humor sangriento es posible disfrutar esta nueva entrega del carnicero wi-fi (mata sin tocar) que desolla a frívolos, infieles, explotadores y otros pecadores modernos del montón.

Preparaos para caricaturas gore desternillantes: un cadáver sirve como conductor eléctrico para abrir una puerta, un pobre diablo ve como le van devorando el vientre a lo Prometeo encadenado, o una pareja mete las manos en la trituradora para llenar el cupo de sangre envasada y ¡flas! la salida se desbloquea.

Anotemos también que, en un ejercicio de pornoviolencia radical, aquí no se ahorra nada, y veremos, por ejemplo, como unas paredes se cierran por completo y aplastan uno a uno los huesos de un personaje, para mayor gloria del voyeurismo. ¿Quién dijo elipsis?

Lo peor. El guión es pésimo, los actores son patéticos, nada resulta creíble en este cruce de Gran Hermano y matadero municipal, pero ¿qué más da? Riámonos con la desangrada tía buena al uso que musita, como borracha: "¡hemos ganado!"...


18 noviembre 2008

"¡Si vieras qué filosofo!... ¡No dice nada!"


MIGUEL DE UNAMUNO

"El botero de Segovia, al no decir nada, se ha librado de la obligación de pensar, es un verdadero librepensador"

La palabra española "voluntad" es una palabra sin raíces vivas en la lengua corriente y popular (...). De querer tenemos el sustantivo querencia, que no se aplica más que a las bestias y significa el apego que cobran a un lugar o a una persona. Lo que en español sale de los órganos de la virilidad no es la voluntad, sino el deseo, la gana.

¡Gana! ¡Admirable palabra! Gana, término de origen germánico probablemente -aunque el español sea la lengua latina más latina, más que el italiano; la que contiene menos elementos germánicos-, gana es algo como deseo, humor, apetito. Hay ganas, en plural, de comer, de beber, de librarse de las sobras de la comida y de la bebida. Hay ganas de trabajas yu sobre todo ganas de no hacer nada (...).

"No me da la real gana, no me da la santísima gana", dice un español. Y dice también: "Eso no me sale de...la virilidad" (...). Y la noluntad, hija de la des-gana, conduce a la nada.

¡Nada!, otra palabra española henchida de vida, de resonancias abismáticas (...). ¡Nada! Así es como se ha producido ese especial nihilismo español -más valdría llamarle nadismo para diferenciarle del ruso- que asoma ya en San Juan de la Cruz (...) y que se llama quietismo en el español aragonés Miguel de Molinos.

Nadismo que nadie ha definido mejor como el pintor Ignacio Zuloaga, cuando, enseñando a un amigo su retrato del botero de Segovia, un monstruo a lo Velázquez, un enano disforme y sentimental, le dijo: "-¡Si vieras qué filósofo!... ¡No dice nada!".

No es que dijera que no hay nada o que todo se reduce a nada, es que no decía nada. Era acaso un místico sumergido en la noche oscura del espíritu de San Juan de la Cruz. Y acaso todos los monstruos de Velázquez son místicos de ese género (...). El botero de Segovia, al no decir nada de nada, se ha librado de la obligación de pensar, es un verdadero librepensador.


MIGUEL DE UNAMUNO, ‘LA AGONÍA DEL CRISTIANISMO’ (1925) / foto: "Enano Gregorio el Botero", de Ignacio de Zuloaga (1907)

La anticultura

MIGUEL DE UNAMUNO

"La cristiandad nada tiene que ver con la cultura. Ni con la cultura latina, con c minúscula, ni con la Kultur germánica, con K mayúscula"

[Con la Reforma] empezó la era de las nacionalidades, de la diosa Francia y la diosa Germania (...). Y en adelante podrán unirse los ciudadanos sedicentes cristianos para un fin patriótico, nacional o economicosocial, pero nunca para un fin exclusivamente religioso. El tradicionalismo español enarbolará su lema de "Dios, Patria y Rey". Mazzini clamará "¡Dios y el Pueblo!", pero ese Dios no es el Dios del Cristo que huyó a la soledad de la montaña cuando las turbas lo quisieron proclamar rey.

(...) después de Constantino, cuando empezó la romanización de la cristiandad, cuando empezó a querer convertirse en letra, no el verbo, del Evangelio en algo así como una ley de las Doce Tablas, los Césares se pusieron a querer proteger al Padre del Hijo, al Dios del Cristo y de la cristiandad. Y nació esa cosa horrenda que se llama el Derecho Canónico. Y se consolidó la concepción jurídica, mundana, social del supuesto cristianismo. San Agustín, el hombre de la letra, era ya un jurista, un leguleyo. Lo era San Pablo. A la vez que un místico. Y el místico y el jurista luchaban en él. De un lado, la ley; de otro, la gracia (...).

El Cristo nada tiene que ver ni con el socialismo ni con la propiedad privada. Como el costado del divino antipatriota que fue atravesado por la lanza y de donde salió sangre y agua que hizo creer a un soldado ciego, nada tiene que ver con el Sagrado Corazón de los jesuitas (...).

La cristiandad evangélica nada tiene que hacer con la civilización. Ni con la cultura. Ni con la cultura latina, con c minúscula y curva y redondita, ni con la Kultur germánica, con K mayúscula y de cuatro puntas derechas, como las de un caballo de frisa. Y como sin civilización y sin cultura no puede vivir la cristiandad, de aquí la agonía del cristianismo (...).

La lucha del cristiano, su agonía, no es ni de paz ni de guerra mundanas (...). Nietzsche hablaba de lo que está más allá del bien y del mal. El cristianismo está más allá de la guerra y de la paz. O mejor, más acá que la paz y la guerra (...).

¿Y qué es eso del progreso? ¿Es que la historia tiene una finalidad humana, o, mejor, divina? ¿Es que no se acaba en cada momento? Para el Cristo, y para los que con él creían en el próximo fin del mundo, eso del progreso carecía de sentido. No se progresa en santidad. No se puede ser hoy, en el siglo XX, más santo que se pudo ser en el siglo II o en el IV o en el XI.


MIGUEL DE UNAMUNO, ‘LA AGONÍA DEL CRISTIANISMO’ (1925)